El fotógrafo José Luis Cabezas era asesinado hace 25 años, el 25 de enero de 1997, en la localidad bonaerense de Pinamar, en un crimen perpetrado por una banda vinculada al empresario Alfredo Yabrán y que conmocionó a la opinión pública de una Argentina que, en el ocaso de los 1990s, comenzaba a descubrir que no todo era color de rosa en el país de la convertibilidad, en que la disputa política entre Carlos Menem y Eduardo Duhalde se agudizaba. Compartimos los testimonios de Eva Cabrera, secretaria General de la Asociación de Reporteros Gráficos de Argentina (Argra) y del secretario de DDHH de Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba), Diego Pietrafesa.
Eva Cabrera manifestó que «el homicidio de José Luis Cabezas fue una acto de amedrentamiento dirigido al periodismo independiente en su conjunto, y a sus dirigentes políticos comprometidos. Su nombre se transformó en un símbolo de la lucha contra la impunidad».
«Gracias al reconocimiento y al apoyo de la sociedad, que levantó esta demanda por justicia y a la lucha que impulsamos desde Argra es que se pudo dar con los autores materiales e intelectuales del crimen», agregó Eva Cabrera.
«Este 25 de enero, bajo la consigna no hay democracia sin verdad ni justicia sin memoria, honraremos a nuestro compañero José Luis Cabezas en distintos lugares de la Argentina, 25 años después levantamos nuestras cámaras y gritamos José Luis Cabezas presente.» concluyó Eva en diálogos con Radio Capur.
Por su parte, Diego Pietrafesa recalcó en diálogo con Radio Caput que “cada 25 de enero es un día de memoria, para recordar a José Luis, y para tener presente, porque el crimen de este compañero tiene relevancia hoy, nos permite humanizar la épica de los trabajadores que, como se puede, honrando la profesión hacen su tarea resguardando la calidad. Compañeros que tomaron nuestra tarea y supieron ponerla al servicio de la lucha, el combate y de la denuncia de los dueños de todo”.
Y agregó Pietrafesa que “Cabezas hoy seria un trabajador precarizado, con sueldos indignos, peleando por mejores condiciones de trabajo. Lo sentimos un compañero y lo recordamos como profesional, en su condición de trabajador, y como recuerdo, como huella hacia el futuro que nos muestra el camino de cómo ejercer nuestra profesión”.

Verano del ´97, Pinamar, Argentina
El reportero gráfico José Luis Cabezas fue asesinado el 25 de enero de 1997 luego de ser secuestrado en Pinamar por un grupo de policías y civiles bajo las órdenes del jefe de seguridad del empresario Alfredo Yabrán, quien estaba molesto porque el reportero gráfico había tomado una foto suya el verano anterior, cuando aún no se conocían imágenes de él. El cuerpo baleado y esposado de Cabezas, que trabajaba para la revista Noticias y solía cubrir la temporada veraniega en la costa atlántica bonaerense, fue hallado en el interior de un auto quemado en una cava cercana a la localidad de General Madariaga. De acuerdo con la investigación, la víctima fue secuestrada, horas después ejecutada y prendida fuego dentro del vehículo.

El caso Cabezas causó gran conmoción en el periodismo de la época y fue tomado por siempre como un caso de censura y represión a la libre expresión y al libre ejercicio del oficio periodístico. El periodismo en su totalidad se unificó bajo el significante del periodismo de investigación. Es la época del auge de las escuelas de periodismo y las estrellas del oficio con héroes para la gente. El crimen generó una frontera ética y profesional, Los medios, incluido Clarín, pasaron en su gran mayoría a ser críticos del menemismo.
Desde los medios gráficos, en especial fue visto como un mensaje mafioso del lado oscuro del empresariado que aleccionaría a los rebeldes como al equipo de reporteros de la revista Noticias que se negaban a aceptar su impunidad, y mostraran sus rostros que vivían en la oscuridad del poder.
Más allá de la economía y a pesar de que en 1995 Menem había sido reelecto, el crimen de Cabezas se inscribió en una serie de acontecimientos siniestros, algunos de los 1990, como los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel, la extraña muerte de Carlos Menem Jr, la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero, por mencionar algunos-, y operó como una frontera, como la gota que rebasó el vaso de la tolerancia de amplios sectores sociales que se expresaron en las urnas en 1999 y en 2003.
La segunda parte del menemismo muestra una sociedad más empobrecida, la clase media-alta se muda de Punta del Este a Pinamar. La política y mucha farándula ponen el cuerpo ahí. Y hay cambios. Empiezan a ir modelos más de cabotaje y es una etapa bisagra. Ya hacia 1998, la sociedad ha cambiado, dejando atrás la pizza con champagne, nos permitimos burlamos un poco de la galera del marido de Valeria Mazza en su casamiento. Se empezó a vislumbrar esa época plagada de farándula como decadente y superficial. Menem y Duhalde comenzaron una diputa por la sucesión. Yabrán ya era uno de los empresarios más cercanos al presidente Menem, pero otra fracción del gobierno lo veía con desconfianza.

La foto del empresario Yabrán junto a su esposa, María Cristina Pérez, fue la tapa de la revista Noticias y fue, a su vez, la sentencia de muerte del reportero gráfico un año después. De hecho, cuentan que el entonces dueño de OCA se había jactado de que ni los servicios de inteligencia tenían una foto suya y hasta se conocía una frase que lo pintaba bien: “Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente”. Yabrán tenía diferentes tipos de emprendimientos, tenía especial interés por el correo y la logística; y estaba muy interesado en invertir en Pinamar; su cercanía al histórico intendente Blas Altieri le daba libertad para moverse.

Durante su primer mandato Altieri basó el crecimiento de Pinamar en la presencia de capitales de toda índole. Rápidamente comenzaron a construirse sobre Bunge (la avenida principal bautizada con el apellido del fundador de la ciudad y amigo personal del mandatario) numerosos edificios, mientras que en el frente costero proliferaron exclusivos paradores patrocinados por poderosas marcas multinacionales. El deseo era hacer de Pinamar una ciudad turística para el segmento ABC1 capaz de competirle mano a mano a Punta del Este. Así fue cómo las playas de la localidad empezaron a llenarse de empresarios, políticos y personajes varios de la farándula que aparecían fotografiados en diversas revistas. Pinamar se había convertido en el epicentro veraniego de la “pizza con champán” como estilo de vida durante el gobierno de Carlos Menem, con quien Altieri mantenía una profunda amistad.
Los vínculos de Yabrán eran variados dentro de la política y el empresariado, por eso cuando quedó expuesto los propios códigos de la organización le impusieron el suicidio, del que aún parte de la sociedad duda, lo cual dice mucho de cuánto le han mentido ya. Yabrán ordenó a su encargado de seguridad que asesinara a quién había osado desafiar su poder, la policía liberó la zona e intentó desviar la investigación pero los lazos políticos no fueron suficientes y se hallaron a los responsables. Yabrán, asediado, huyó y se suicidó al poco tiempo.
Entre los autores y cómplices del crimen a se encuentran el subcomisario Gustavo Prellezo, quien trabajaba para el jefe de custodia de Yabrán, Gregorio Ríos, y cuatro delincuentes que era cono conocidos como la banda de Los Horneros oriundos de La Plata: Sergio González, José Luis Auge, Horacio Braga y Héctor Retana.
Prellezo
Cabe señalar, que todos recibieron prisión perpetua aunque les bajaron la pena y salieron en libertad años después, salvo Retana que falleció en la cárcel.
Homenaje a un laburante
La hermana del fotógrafo, Gladys Cabezas dio a conocer que este 25 de enero “plantaremos un árbol, como lo hacemos todos los años para esta fecha”. “Asistirán invitados especiales y se descubrirá una placa”, sostuvo la hermana de José Luis Cabezas y señaló que entre ellos, concurrirán “el intendente de Pinamar, representantes de Caras y Caretas que este año le hicieron una edición especial, amigos, fotógrafos y la familia”.
Asimismo, Gladys expresó que el mismo día, a las 19 horas “en la cava donde lo encontraron muerto se va a plantar por primera vez un árbol” y “se hará un acto” mientras que a las 20, “se inaugurará una muestra con un video, en la Casa de la Cultura en Madariaga”.“No se olviden de Cabezas”, sostuvo, sigue presente.

A 25 años del mayor ataque a la libertad de prensa en democracia en la Argentina de 1983 al presente, a 25 años del asesinato de José Luis Cabezas en la madrugada del 25 de enero de 1997 en una cava de General Madariaga, invita a pensar sobre el contexto de fragilidad social en que se consumó el crimen del reportero gráfico y permite reflexionar en lo estructural que resultan los entramados que mezclan actores políticos, empresarios y otros poderes que utilizan medios legales o ilegales para perpetuar sus privilegios.






