El director del Centro de Profesionales Farmacéuticos. Rubén Sajem evaluó la situación del acceso a medicamentos por parte de pacientes y obras sociales que a menudo se ven obligados a gastar de más: “Desde 2001 existe la ley de Medicamentos Genéricos que regula que no se vendan por marcas de laboratorios, sino por la calidad, seguridad y eficacia de los mismos. Todos los medicamentos aprobados por la ANMAT cumplen con esos requisitos, por lo que no hay justificación para que los cobren hasta cinco veces más que otros con los mismos principios activos”.
En Lugares comunes, Mónica Melmann entrevistó a Rubén Sajem, director del Centro de Profesionales Farmacéuticos, sobre la importancia de hacer cumplir la ley de medicamentos genéricos.
En un comienzo el profesional farmacéutico remarcó que “la ley 25649 es del año 2001, se implementó en un momento de crisis económica, y sirve para poder comprar medicamentos por nombre genérico, basado en el principio activo. En ese momento tuvo bastante adhesión de los médicos. La ley aportó a abaratar los precios, pero ya no se cumple como debería. por eso debemos asegurarnos que los médicos no receten por marcas que se imponen comercialmente, y generalmente son las más conocidas y más caras, sino por el nombre del medicamento genérico con el que es reconocido mundialmente. Tenemos que cambiar el paradigma. La salud no es un negocio”.
En ese sentido, agregó Sajem que “los 50 medicamentos más usados pertenecen a 10 grandes laboratorios, mientras que otros tienen menos medios de marketing y tienen dificultades para llegar a los usuarios. También sucede que el médico puede no saber el precio de los medicamentos, o incluso puede estar inducido por la publicidad, no tiene un vademecum en el que respaldarse”.
De acuerdo a la ley de Genéricos el médico debe recomendar todas las marcas y alternativas para que el paciente elija la que más le conviene: “Las marcas más baratas no son necesariamente de menor calidad, todos los medicamentos están aprobados por la ANMAT y tienen la misma eficacia y seguridad, no hay justificación para recomendar a uno sobre el otro”.
Y expresó Rubén Sajem que “desde el observatorio que tenemos en el Centro de Profesionales Farmacéuticos hemos detectado grandes diferencias de precios, por ejemplo en el medicamento gástrico más usado, el Omeprazol, se puede conseguir a 300 pesos pero lo venden hasta a 2000 pesos, ese es el derecho que tiene que ejercer el paciente de que no se aprovechen de su necesidad. Permanentemente trabajamos junto a obras sociales nacionales, provinciales y sindicales para alertar sobre estas situaciones. El 70% de los medicamentos en Argentina se consiguen por obra social y muy a menudo se los paga de más, también hay que pedirles a las obras sociales que vigilen los gastos que ocasiona lo que los médicos recetan, ya que ellas son quienes pagan y es el actor que financia gran parte del sistema”.
“Como educadores de la salud tenemos que manifestar que la marca o el precio no define una mejor calidad de un medicamento, no hay que pagar de más por medicamentos que son más conocidos; el laboratorio es una empresa orientada a tener rentabilidad, por eso cobran lo más que pueden. Suelen hacer lobby, regalando viajes a médicos para que prescriban sus medicamentos”, manifestó Sajem.
Como se intuye por sentido común, los medicamentos deben ser un bien social y no de mercado: “Deben ser accesibles a todos por igual, pero poder asegurarlo requiere la intervención del Estado, no se puede permitir que gran parte del presupuesto en salud y de las obras sociales se vaya a los laboratorios, cuando la asistencia sanitaria integral y la prevención es en lo que es realmente necesario invertir”, aseguró Sajem. “El Estado puede cambiar la ley para que los medicamentos no incluyan marcas comerciales. Esta es una tarea que involucra al paciente, al médico, a la obra social y al Estado: cada uno tiene que hacer lo posible para que esto se revierta”, concluyó.
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