El filósofo y politólogo Eduardo Rinesi conversó con Edgardo Mocca sobre las nuevas formas de interacción a partir de la tecnología y las causas de la crisis humanitaria generada por la pandemia. Consideró que «el problema del COVID-19 es el síntoma de un problema estructural. Que hace 5 años nos dio la fiebre aviar, hace 8 nos dio la gripe porcina y dentro de 4 años nos va a dar el COVID-25, si no cambia algo fundamental en nuestro modo de organizar las cosas». Señaló que «es un problema para nosotros, pero no lo es para los poderosos del mundo, por ejemplo para la industria farmacológica, para el sistema financiero internacional, que se están refregando las manos con la guita que están haciendo y con la que van a hacer cuando produzcan la famosa vacuna».

El filósofo Eduardo Rinesi sostuvo que «hay algo nuevo que tenemos que poder pensar» sobre la relación con lo público. «Nuestro acostumbramiento a los nuevos dispositivos tecnológicos nos permite multiplicar nuestras formas de interacción y participación en el espacio público y debates. Yo tiendo a tratar de no entusiasmarme, pero es cierto que hay algo en que todos estos dispositivos y la televisión nos están posibilitando el acercamiento de personas y experiencias muy distantes», señaló.

«Hoy es facilísimo dar una charla en Bogotá para estudiantes un día y otro día con un sociólogo de Brasil. Tiene cierta cosa usufructuable».

«Cuando hablo de televisión pensaba en otra experiencia que nos trae en estos meses, que es la perfecta semejanza entre nuestra situación y la de gente que vive lejísimo de nosotros, que no tenemos la menor idea de que existían y jamás habíamos pensado hasta aquí. Cuando prendés la tele y descubrís que los japoneses, los rusos, los mexicanos, se enferman como nosotros, mueren como nosotros, están asustados como nosotros, se entierran en tumbas que tienen el tamaño de nuestros cuerpos, ¿cómo no ver allí la experiencia inmediata de que formamos parte de un colectivo mayor, al que podemos dar el viejo nombre de ‘humanidad’?», reflexionó.

«Karl Jaspers decía que la humanidad ha sido siempre un concepto literario, un concepto filosófico, un concepto utópico, y hay momentos, hay coyunturas en la historia en que es necesario volverla un concepto político, casi te diría un proyecto político. Tengo la sensación de que el bicho este, frente al cual sólo podemos levantar las herramientas más poderosas que tenemos, que son los Estados Nación, que actúan con bastante eficacia para conjurar una cosa que podría ser mucho más grave todavía, pero al mismo tiempo revelan todos los límites que tienen, porque el bicho este no anda con pasaporte, cruza la frontera cuando le da la gana. Y por otro lado, todos los que saben dicen que las causas de esta pandemia responden a un conjunto de decisiones y formas de organizarse la producción y el alimento que comemos».

«Eso también excede todos los límites de los Estados Nación. ¿Quiénes son los que deciden desforestar año a año las miles de hectáreas del Amazonas, o de África?. Esas decisiones en las que que los jefes de Estado no tienen la más mínima posibilidad de incidir».

«Si hoy no pensamos en términos del mundo estamos al horno con papas. Porque es eso lo que está andando para el diablo. Desde esa escala tenemos que pensar los problemas. El problema del COVID-19 es el síntoma de un problema estructural. Que hace 5 años nos dio la fiebre aviar, hace 8 nos dio la gripe porcina y dentro de 4 años el COVID-25, si no cambia algo fundamental en nuestro modo de organizar las cosas. Eso es un problema para nosotros, pero no lo es para los poderosos del mundo, por ejemplo para la industria farmacológica, para el sistema financiero internacional, que se están refregando las manos con la guita que están haciendo y con la que van a hacer cuando produzcan la famosa vacuna».

«No compremos fetiches, me resulta desilusionante escuchar que el problema sólo estará resuelto cuando tengamos la vacuna, me parece que compramos. Con la vacuna van a seguir haciendo guita los mismos», concluyó.

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